Ni viejo ni muy joven, la vida me ha dado el regalo más grande, ha minimizado cualquiera de mis emociones pasadas y me ha dado el dolor más intenso, el dolor que nunca había pensado que existiera, me lo ha dado a creces y ha marcado cada uno de mis sentimientos, es tan maravilloso este dolor que me ha despertado del letargo egocéntrico, es el maestro ideal de mi conciencia y me da las pautas para su transformación me va guiando con vara en mano porque he de aprender la lección, de que si existe el dolor más grande es solo para transformarlo y yo poder dar el amor más grande.