Te pintaba cada mañana, al despertar te pintaba las mejillas con un beso, trazaba tu silueta con esmero, te traía flores para darle color a tu mirada, te dibujaba una sonrisa con un chiste y las cejas con alguna bobada, le ponía mucha atención a los detalles, cada día te vestía y desnudaba, te revolvía el cabello porque cada día tenía que ser distinto pero perfecto, te pulía los brazos con caricias y te ajustaba la cintura con mis manos...y así pasó el tiempo... un día quise pintarte pero ya no estabas, ese día te diste cuenta de que eras perfecta y ya no me necesitabas.