Me sumergí en sombras sin mirar y cada vez te extendí mis manos sin titubear; blandí mi espada contra los más tormentosos demonios porque la suave sensación de tus brazos me daba la valentía que necesitaba para luchar; caminé miles de veces hasta que mis pies ya no respondían y así continuaba siempre en la misma dirección buscando tu sonrisa al andar; te regalé hasta la última gota de sangre de mis venas, e incluso cuando no había más te ofrecía de rodillas mi corazón para que lo tomaras; me encadené tantas veces con púas a la almohada para que la bestia que vive en mi no te despertara y arruinara el hermoso panorama de tu cabello inundando mi cama; destruí montañas con mis garras para que no estorbaran tu caminar e hice que las noches duraran más para ver celosa a la Luna por tu deslumbrante mirar; arranqué de tajo todas y cada una de mis máscaras dejando desnudo por única vez mi rostro ante un mortal y derreti las paredes de la habitación cuando clamabas un fuego de pasión, lo hice todo por mí, amor, por mi egoísta corazón que no soportaba tu mirada en otra dirección.