Justo al atravesar la puerta me encontré con el lugar más asombroso que jamás pude soñar o imaginar, un lugar donde las flores resplandecían a la luz de la Luna, donde el rocío en sus pétalos parece tan fresco y perpetuo que podría beber de él la vida entera, un lugar tan frío como la nieve y tan oscuro que no lograba ver mis propias pisadas, pero tan hermoso que podría morir en él en un instante y no sentir culpa... es el jardín oscuro. Tomo con mis manos desnudas una de sus rosas, blanca como una estrella y sus agudas espinas atraviesan mi piel y mi carne, pero no importa más, una de estas rosas tiene que ser mía, nada más importa ya... la belleza de la rosa se tiñe de rojo y mi corazón vuelve a ser feliz, tan feliz que rompo el silencio con una carcajada llena de júbilo y gozo mientras gotas de sangre escurren por mi mano y terminan regando este bello jardín. Ahora es parte de mi... y yo de él.