Ni siquiera gritando puedo escapar de este maldito dolor, ni
siquiera estrellando mis puños contra un muro logro distraer este dolor, la
habitación parece cada vez más pequeña y yo no tengo a donde escapar, las
palabras se escurren silenciosas por las paredes, poco a poco suben por mi piel
hasta envolverme por completo, forman una cadena inmensa de frases vacías y promesas tontas, son las palabras que dije alguna vez y ahora
amarran una soga alrededor de mi cuello y yo... ni siquiera quiero escapar.