Una sombra

No sé quien es, ni porque está aquí, pero me vigila a la distancia desde que nací, al principio pensé que era algo normal, pero conforme fui creciendo la preocupación de mis padres también pues solo yo puedo verlo, es una criatura algo peculiar, viste una gabardina negra y nunca muestra su rostro, siempre está ahí a unos 3 o 4 metros de mí solo observando, incluso un par de veces he intentado acercarme a él, pero por arte de magia cambia de lugar y aparece en otra posición. En fin, no me quejo de su presencia pues para mi es algo normal, siempre he sido alguien muy solitario, quizás por su culpa, quizás por la mia, no lo sé; cuando era un bebé, cuenta mi madre que nunca lloré, que siempre estaba viendo hacia la pared, llegaron a pensar que tenía alguna especie de enfermedad pero los médicos dijeron que era una niño sano y que ya se me pasaría, luego crecí un poco y cuando aprendí a dibujar por primera vez, dibujaba a mis padres, a mi...y lo dibujaba a él, también les insistía a mis padres que lo veía y ellos no me creían, mis padres preocupados por mi salud mental me llevaron con psicologos y pediatras, fue entonces que dejé de hablar de él. No me diagnosticaron nada y mi vida siguió normalmente, luego vino el colegio y fue cuando los verdaderos comenzaron, para empezar siempre fui un niño muy tranquilo, amaba las matemáticas y me gustaba sacar buenas notas, no por tener la atención de alguien, simplemente me gustaba pues era lo único que tenía, no tenía amigos, los demás preferían alejarse de mi, pues me consideraban "raro", me decían cosas a la distancia, pero hasta ahí, creo que lo bueno es que así al menos nadie me molestaba, al salir de clases me iba caminando a mi casa, me gustaba pasar por el parque del pueblo ya que había muchas plantas y en ellas muchos insectos que admirar, y ahí iba yo, caminando en silencio, perdido en mis pensamientos, solo mis pasos, el sol y mi sombra. Derrepente mientras que caminaba algo se atrevezo entre mis pies y caí directamente sobre mis rodillas raspandolas, solte mochila y sin ser muy expresivo voltee a ver que había sido ese obstáculo, para mi sorpresa era Omar, un niño corpulento para su edad, cargaba una vara seca en una mano y tenía manchas de comida y tierra en su desgastada playera.

-Oye niño raro, ¿perdiste el equilibrio? - dijo en tono burlón - ¿qué te parece si jugamos un juego?.

-¿qué juego? - conteste aún extrañado.

-El juego en el que tu me das tu mochila y te largas de aquí.

-Ese no es un juego - afirmé con seguridad y sin ningún titubeo.

-Ya lo sé niño "genio", ¿qué te parece si comenzamos? - Y entonces solto su vara, tomo mi mochila del piso y la empezó a sacudir enfrente de mí.


Yo me levante rapidamente y trate de arrebatarle mi mochila pero el por ser más alto que yo me evadía y se burlaba de mi, reía mientras yo brincaba para alcanzarla, en una ocasión al brincar de nuevo caí sobre uno de sus pies haciendolo dar un pequeño grito y sus risas se convirtieron en un gesto ruborizado de enojo y malestar...


continuará...

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