PRELUDIO MORTAL

Era el azul del mar como el color del cielo,

y mis noches estrelladas de un azul grisáceo

se tornaban abrazando su recuerdo

mientras mi pensamiento se colgaba

de su imagen venerada

que se esfumaba cada día como una diminuta luz

posándose sobre el firmamento.


Esa noche deambularon

mis menguados pensamientos 

como tristes quimeras que recorren

su cuerpo en distantes caricias,


sin sentir mas el aliento

ni el rozar de su deliciosa boca

que ya rosaba otra boca

su mirada acariciaba de frente

la desnudez de otro talle

absorta e inmóvil cada día me hundía

en el silencio de mi amargura.


Sus caricias y sus palabras aquellas

que me hicieron vibrar de pasión ausentes se tornaban

y un escalofrió recorrió mi diminuto torso

cayendo en deceso presagiando el olvido

y mis ojos vieron a lo lejos a la florida primavera

danzar triunfante asida de su mano

en lo que a mi me consolaba la muerte

arrullándome entre sus brazos.


Crédula, errante con mi corazón destrozado

vi como el espiritu se desprendia

de mi alma y volaba tras él

mientras mis sueños huían despavoridos

como fieras asustadas hacia sus guaridas

y de mis ojos comenzaron a brotar lagrimas que a borbollones

inundaron mi rostro sin cesar por un instante.


Mientras el, de la mano de la lucida primavera

se alejaba para siempre

del frio otoño que desprendía sus tostadas

y amarillas hojas golpeando mi rostro despiadadamente

aquella noche en que el azul se tornaba gris como mis penas

deambule de la mano del silencio

despidiéndome para siempre de aquel amor,


en lo que a lo lejos se dejaba escuchar

 la famosa melodía de un viejo piano

que no dejaba de tocar preludio mortal.


Autoria: Ma Gloria Carreon Zapata.


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