DULCE ENTREGA


Aquél anochecer vernal florido

en que tus manos mi veste hicieron trizas

la vergüenza se fugó ondulante entre tus dedos

dormí mis ojos y disfruté la brisa

que lentamente bañaba lo divino.


Y nuestros trepidantes cuerpos

al oasis se entregaron

bebiendo sitibundos susurraron mil te amos

el céfiro sigiloso de lejos nos miraba

y sus estrellas serpentinas envidiosas titilaban.


Rutilante el viento se paseaba avizorando

como mi boca púrpura secaba tu venero

y sumergida mi lengua en tu boca danzaba

en lo que tu ronca voz en gemidos

más caricias reclamaba.


En la lobreguez nuestras lenguas probaron

el sabor de la aurora

resucitando a la vida esas grandes quimeras

cuando nuestras risas alfombraron la tierra satisfecha

despidiendo fragancias de dulces primaveras.


Ma Gloria Carreón Zapata.


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