Vuelvo a sentir

En ocasiones cuando nadie me vé, yo me escapo; tomo una vieja lámpara y escalón por escalón recorro un laberinto de recuerdos, cada vez más profundo, buscando las claves que solo yo conozco para llegar al cuarto prohibido donde en él yace una caja encadenada, contiene cada verso de mil cartas de amor, cada espina que atravesó mis dedos de todas las rosas rechazadas, ahí dentro vive el demonio de mi primer beso y mi primer amor, y en algún oscuro rincón se esconde alguna promesa de eterno amor, lo sé bien, porque yo los encerré a todos allí; y de vez en vez bajo aquí temblando de miedo, solo armado con una vieja lámpara de petróleo y la esperanza de escuchar mi corazón latir; parado frente a la caja me creo temerario como si no le temiera, más sin embargo las voces espectrales de canciones y poemas de mi pasado me erizan la piel, solo con pensar tocar esta maldita caja mi garganta queda seca... pero cuál polilla hacia el fuego, hipnotizado por la adrenalina y la emoción, retiro las cadenas, abro la caja y de un estruendo me arranca el alma del cuerpo; han herido tanto ya mi corazón que he desarrollado una dura y fría coraza que aleja cualquier emoción, no las deja entrar, pero tampoco salir, y es por eso que vengo aquí, con el riesgo de nunca escapar. Por un breve segundo, cada memoria, cada promesa, cada rostro, cada sensación que tocaron mi alma me vuelven a abrazar, me consumen y después de tanto y de un suspiro, muero y vuelvo a sentir.

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